«Recensiones y presentación de libros», Vol. 20 (2007) 147-162
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El capÃtulo segundo, “Temporal Considerations†(pp. 29-59), se estructura
en tres secciones bien diferenciadas: los planteamientos de la teorÃa de Porter,
apologÃa de las principales objeciones propuestas por otros autores y extracción
de conclusiones a través de la descripción de los elementos pertinentes para la
deixis verbal. La tesis principal de Porter, a la que el autor se adscribe, propone
que en la lengua griega la forma verbal, mediante su significado morfológico-
gramatical, no indica relaciones temporales por sà misma, sino a través de una
variedad de recursos contextuales, incluyendo varios indicadores deÃcticos y
elementos discursivos.
Tras la definición de tiempo absoluto –pasado, presente y futuro de una
acción desde el punto de vista del hablante– y tiempo relativo –antecedente,
simultáneo y posterior desde el punto de vista de la articulación de las acciones
en el contexto–, Decker distingue en el significado especÃfico de la forma verbal,
por un lado, el ‘metalinguistic tense’, como el tiempo verbal indicado por la
misma forma verbal y los indicadores deÃcticos, y por otro, el ‘language tense’,
que se refiere únicamente a las inflexiones del verbo. Estas dos categorÃas,
que tradicionalmente se han entendido como relacionadas en griego, no están
unidas necesariamente según el autor.
Para defender su hipótesis, Decker acepta la teorÃa de Porter, principalmen-
te dos de sus ideas: la existencia de una serie de lenguas que no gramaticalizan
el tiempo mediante las formas verbales y la “substitución contrastivaâ€. Este
principio afirma que si la misma forma verbal puede ser usada en diferentes
contextos temporales y si diferentes formas verbales pueden ser sustituidas en
el mismo contexto temporal, sin cambiar la referencia temporal establecida,
entonces existen importantes evidencias de que esta última no sólo depende
del significado de la forma. A fin de ejemplificar estos conceptos, el autor
cita una serie de textos en los que se observa que la substitución de formas
morfológicamente distintas no modifica el tiempo interno de la acción.
Nos preguntamos, en este punto, acerca de la utilidad de esta herramienta
que debe relacionarse, más bien, con una “filologÃa ficción†que con la “filolo-
gÃa†propiamente dicha. Puesto que la elección de un término y no otro supone
un tan elevado número de variables que podrÃamos considerar como elementos
innatos del escritor/hablante, difÃcilmente éstas pueden ser reducidas a reglas
genéricas y, mucho menos, a un esquema cerrado. Incluso, al final del aparta-
do, el autor acepta que, aunque esta teorÃa se puede aplicar a gran número de
ejemplos, no es consecuente al cien por cien, lo que obliga a interpretar que la
“substitución contrastiva†posee una utilidad relativa.
A continuación, el autor defiende la teorÃa de Porter frente a las principales
objeciones propuestas por distintos autores. Primero, se abordan las dirigidas
hacia su metodologÃa, la cual es calificada de simplista y de “solución extre-
maâ€, basada en el deseo de presentar una teorÃa sin excepciones. Un segundo
inconveniente se basa en la teorÃa del aumento, que serÃa un recurso formal
para identificar los tiempos de imperfecto, aoristo y pluscuamperfecto de
indicativo. En tercer lugar se recoge la posible redundancia de significados
temporales, ya que distintas formas verbales indicarÃan el mismo tiempo. En
cuarto se describe el posible uso inesperado de formas verbales: puesto que la